Santa Rita, Yoro: Asesinan a Jacinto Cartagena Padilla

Archivo: Abril 8, 2004

Un triste episodio entre amigos y vecinos dejó el saldo de una persona fallecida en Santa Rita, Yoro. La desafortunada persona que perdió su valiosa vida fue identificado con el nombre de Jacinto Cartagena Padilla, aproximadamente 45 años de edad, oficio comerciante, residente en I calle y III avenida del barrio Centro de ésta ciudad. El hecho se registró exactamente a las 8:30 de la noche de hoy jueves (Santos), según el reporte policial. LOS HECHOS Según las versiones de algunos testigos oculares han informado que el joven Rutilio López Hernández se encontraba desde horas del mediodía consumiendo bebidas alcohólicas e inhalando cocaína en una de las champas que se encontraban a inmediaciones del río Humuya o Comayagua, parte baja de la propiedad del clan familiar Banegas-Hernández, a unos 30 metros al oeste del sector conocido como "El paso de la mora". A eso de 8:00 pm, se dirigió hasta la I Calle y III Avenida del barrio El Centro, ahí se sentó frente al hogar de don "Beto" Erazo, plático con varios amigos y conocidos, su manera de actuar no era la adecuada, pero tampoco se comportó de forma violenta, parecía que comprendía todo y conocía a las personas que estaban junto a él. Después de 30 minutos observó que don Jacinto Cartagena invitó unos amigos a jugar naipe, sin embargo, cerro las puertas de su hogar p[ara que nadie los interrupieran, incluyendo la Policía Nacional. Al joven Rutilio López Hernández no le gustó dicha acción, porque creía que era en contra de su persona, por ende, se levantó y caminó hacia la puerta principal del hogar de Jacinto Cartagena, la tocó en reiterada ocasiones, no obstante, nadie le contestó. Su reacció fue de enojo. Rutilio López Cartagena, miembro activo del grupo criminal Crazy Raiders buscó de distintas maneras ingresar al hogar de Jacinto Cartagena, pero no logró su objetivo. Debido a su malestar que sentía en ese momento, el anti-social empujó agarró a patadas la puerta principal; lo que ocasionó que Jacinto Cartagena abriera y le recriminara tal acción, "¿Qué deseas Rutilio, ve a dormir que andas borracho, déjame tranquilo, ya mañana vienes a jugar con nosotros", acto seguido, nuevamente cerró la puerta de su hogar. El muchacho Rutilio López airadamente sacó su arma 9 milímetros, camino alrededor del hogar de madera; propiedad de Jacinto Cartagena, repentinamente disparó a ciega cuatro veces y luego huyó a esconderse a su casa de habitación, una cuadra al norte del lugar donde se originó tal incidente. En un principio nadie salió lecionado y el juego siguió, nadie le hizo caso a la intimidación del joven Rutilio López, pero después de dos minutos, Jacinto Cartagena Padilla se desmayó, pero nadie sabía los motivos, todos los presentes creyeron que era un ataque al corazón. Un minuto después del primer desmayo, don Jacinto Cartagena Padilla despertó y se quejó de un fuerte dolor a un costado de la costilla, de manera rápida los amigos comenzaron a buscar si tenía alguna herida, pero no encontraron absolutamente nada. La ansiedad y nerviosismo de los amigos y familiares crecía de manera radical, pero todos quedaban nulos al no saber que hacer. Pasaron entre 5 a 7 minutos y ninguna persona encontraba la herida. Su esposa que no creía absolutamente nada, cometió el error de su vida y gritó, "Ya deja de molestar, no hagas bromas tan pesada". Por su parte, Jacinto Cartagena seguía gritando de dolor. El señor Jacinto Cartagena Padilla cayó al suelo después de diez minutos, el dolor era tan insorportable, gritaba de una manera descontrolada, pero nadie sabía los motivos, tampoco reaccionaron con llevar a una clínica al malogrado hombre para su respectiva revisión médica. Un joven identificado con el nombre de Ricardo Deras llegó hasta la escena del crimen, observó con detalle por donde ingresaron las balas, y en que lugar se encontraba sentado o parado Jacinto Cartagena, siguiendo la secuencia o trayectoria de los proyectiles se imaginó la zona concreta donde posiblemente se había alojado una de las balas en la persona herida. Ricardo Flores revisó la parte baja de las costillas en la zona derecha del cuerpo de Jacinto Cartagena, ahí encontró un diminuto orificio de bala, pero para evitar pleitos con la esposa del herido, decidió no tocarlo, pero le dio aviso a las demás personas presentes. Después de haber transcurrido aproximadamente media hora; trataron de buscar un vehículo para transportar al desafortunado hombre que se encontra en su lecho de muerte, sin embargo, nadie quería prestar ningún automóvil por miedo a salir perjudicado. Un hombre que transitaba por el lugar del crimen, identificado con el nombre de Angel Reyes, esposo de Elisena Majano fue parado por Ricardo Deras para que le bridnara transporte. Las personas que se encontraban adentro no querían ayudar absolutamente en nada y simplemente estorbaban. Nadie deseaba succionar y extraer la bala, todo lo contrario salieron del recinto. El maestro de educación primaria Angel Reyes trasladó a Jacinto Cartagena Padilla al Hospital Público de El Progreso, Yoro, no obstante, al llegar a la zona de emergencia fue ignorado, diez minutos después el herido pereció. En total fueron entre 45 a 55 minutos perdidos por la ignorancia de las personas presentes, que no ayudaron y no dejaron brindar los primeros auxilios al ahora occiso, por la sencilla razón de que fueran señalados como ejecutores no directo de un crimen.

Rutilio López Hernández

Por otro lado, elementos de la Policía Nacional fue en busca de Rutilio López Hernández, éste último mencionado se atrincheró en un cuarto de su hogar. Al momento de ser capturado estaba llorando y sumamente asutado, sabía a la perfección que había cometido el peor de los pecados, aún así no opuso resistencia y se entregó pacíficamente. Rutilio López Hernández es hermano del maestro Noé Arnaldo López Hernández, éste último asesinó a sangre fría a Odward Castro el 3 de octubre del año 2001. Ambos hermanos se condenaron al matar a dos amigos y vecinos del mismo barrio, solamente los dividían entre una y dos cuadras de distancias.